Ir al contenido principal

Entradas

Problemas de comunicación

Para los que no saben, cuando no estoy escribiendo esta columna, trabajo de creativo publicitario. Ese es el título. Básicamente me dedico a resolver problemas de comunicación y hacer que la gente compre cosas que no necesita. Cuestión, una mañana me llama mi jefe, mi director general creativo. Nico. -Marcha, cuchá, tomate un Cabify ya para la agencia. Tenemos una reunión con un nuevo cliente. -Pero Nico… estamos en cuarentena. -Me chupa la pija. El cliente quiere vernos cara a cara. -Pero ¿quién carajo se cree este fucking cliente? ¿El presidente de Argentina? -Justamente eso es. El presidente de la nación. Albertito. Ahora subite a un Cabify y no rompas las pelotas. Las cosas en el país no andan bien. Lo sabe Alberto, lo sabe el verdulero, lo sabe el dueño del sex shop de la esquina. Estamos en picada, en caída libre. Cada vez que hay un comunicado nacional, no hay demasiadas buenas noticias. Las malas, en cambio, son varias y se repiten. Principalmente muerte, desocupación y pobreza...

La reencarnación de Charly

Algo así como comienzo de 2015. Recién habíamos terminado el colegio y mi amigo, el Chino, agarra y me cuenta de un pibe que laburaba en la empresa de sus viejos. Los viejos tienen una empresa de sistemas y para salvar al Chino de la vagancia y atorrancia, lo contratan en la empresa. Ese primer año fue bien hijo del jefe. Un delincuente. Llegar a cualquier hora, estar todo el día fumando en la cocina, tener en el monitor de la computadora todo menos una planilla de excel. Un día me invita, che, venite a pasar el día a la oficina, y ahí me cuenta esto sobre el chabón que laburaba en la empresa. Que hasta el día de hoy labura en la empresa. El Fino. El Fino es un programador o algo así. Hace mantenimiento de sistemas, ese tipo de cosas. Un chabón medio consumido, gracioso, que cuando le dieron una amonestación por no usar la chomba del laburo, contestó, “A mí nadie me preguntó si estaba de acuerdo con el diseño del uniforme”. Un tipo de esos absolutamente brillantes.   Él lo sabe, sa...

Psicología cliché

  -¿Te das cuenta que sos un chorro? -Pero lo pagás, así que debo ser bueno. Éste es Esteban, mi psicólogo. No tiene problemas de autoestima. Tampoco de plata. Conocí a Esteban por primera vez cuando tenía 18 años. Estaba mambeado y egomaníaco, y él -ya en ese tiempo- cobraba una fortuna. Cuando me desenrosqué lo dejé. Llevaba yendo hace algo así como un año. Salí de ahí desmambeado, pero todavía egomaníaco. ¿Y? ¿Qué te vas a esperar de un pendejo de 18 años que laburaba en La Nación? Tenía tanta humildad como Cristiano Ronaldo. Me sentía como la última Coca-Cola del desierto, o más bien la última Coca-Cola del universo. -Pero, ¿qué tiene que ver esto con Esteban? -Nada, pero esta es mi columna. Después de dejar a Esteban no pisé un psicólogo por años. Me manejé solo. Usé a mis amigos y si algo me pesaba mucho lo escribía. Eso que escribía solían ser diálogos conmigo mismo. Hablaba con una versión que sabía un poco más y que se enojaba un poco menos. Mantuve eso por un tiempo, hast...

Whisky

  Esto que vas a leer es afanado. Le pasó a una mina con la que solía laburar.   Cuestión, era el funeral de su papá. Como ella viene de una familia bastante bien acomodada, lo iban a enterrar en el Cementerio de la Recoleta.   Ahora están en la procesión llevando al padre en el cajón y van pasando por las tumbas de Eva Perón, Sarmiento y básicamente todos los que que fueron alguien o que tuvieron mucha guita.   Ella va al frente, con la familia más cercana, su novio, y detrás el resto, esos que no son tan cercanos para llorar ni tan lejanos como para no asistir.   Finalmente, llegan al sepulcro. El lugar donde el padre de esta mina va a quedar reposando y descomponiéndose por cientos de años. Ella está dolida. Dolida de verdad. A ver, era su padre y es lógico que se sienta así. Llora y de a momentos siente que se le cae el cuerpo. Yo creo que si fuera mi viejo no sabría cómo reaccionar. Creo que estaría ahí, en silencio, y que recién al año de su muerte empezar...

Alan Prous y su última carrera

Alan murió el sábado antes de que yo comenzara quinto año. Ya no vivíamos en el mismo país, no hablábamos hacía años, y -siendo honesto- al final de nuestra relación no nos agradábamos mucho el uno al otro, pero aún así me angustió. Lo había conocido 7 años antes en Paraguay. Íbamos al mismo grado. Él tenía 11 y yo 9. Esos dos años de diferencia eran porque Alan, como tantos chicos, iba más lento por la vida. Al final, se fue de ella igual de rápido. Alan murió un 29 de febrero. Una fecha que se repite sólo cada 4 años y que fue diseñada para equilibrar el calendario solar, y quizás también para ahorrarle el recuerdo a su madre. Para él, yo era un compañero de colegio. Para mí, él era mi mejor amigo. Pero en esos tiempos esa diferencia no importaba. Yo recién llegaba al país y como tantos hijos de diplomáticos, hice lo que pude con lo que encontré. Mi amigo chocó en la madrugada. Manejaba un Fiat Palio. Se llevó puesto un poste de electricidad, y como si faltara algo, se le cayó el tra...

Un mal momento para los columnistas

Empieza con un golpe. Pam. Son las 2 de la mañana. Ya es sábado. En 8 horas tengo que publicar la columna. No sé de qué escribir.   Calculo que nos pasará a todos, digo, a todos los columnistas reconocidos de la República Argentina. A nadie se le debe caer una idea. El motivo es obvio: no pasa nada.   ¿Y qué puede pasar en una ciudad confinada? Una pelea con el rappi, un corte de wifi, no mucho más.   O sí. Lo vuelvo a escuchar. Pam.   Me levanto de mi silla y camino por la casa. Busco de dónde viene.   Pam, de vuelta. Pongo la oreja contra la puerta de servicio. Pam. Pam. Pam. La abro. Salgo en patas al pasillo. Pam. Viene del ascensor, o no exactamente. Viene de abajo, del subsuelo. Bajo en silencio por las escaleras.   Cada vez se escuchan más ruidos. Voces cantando. Una banda tocando. Llego al estacionamiento del edificio. Me asomo por la puerta.   Ahí, en el subsuelo, veo gente saltando al son de “Siman Tov! Mazal Tov!”. Un hombre y una mujer sien...

Todo por una buena temporada

Esta es la parte que se saltearon en Catequesis. En el cielo, Dios tiene una habitación donde trabajan todos los escritores que murieron y fueron al paraíso. Cada Diciembre se reúnen con el jefazo supremo para decidir qué va a pasar la próxima temporada. Pero en diciembre del año pasado Jehová no estaba contento. -¿Qué es esta poronga?- dijo el señor, leyendo el guión. -La temporada 2020- respondieron los escritores. -Muchachos, esto no funciona. Es predecible. La sinopsis necesita una vuelta de tuerca, como cuando metieron a los personajes de Trump y Bolsonaro. Este guión necesita algo más. ¿Es necesario que les recuerde por qué existe esta habitación? -No señor- contestó la habitación de sólo hombres. Es que claro, las cuestiones de igualdad de género todavía no tenían mucha fuerza en el paraíso por el simple motivo de que la mayoría de sus activistas todavía seguían vivas. -Me parece que sí es necesario. -continuó el Barba- Esta habitación existe para mantener entretenida a la human...

La República Independiente de Mendoza

“El futuro está en los microondas”. Eso dijo un tipo en 1946 y se llenó de guita, pero después unas décadas esa frase dejó de ser cierta.   Hasta ayer. Abrí mi microondas y metí un plato con una fugazzetta rellena y media milanesa. Le di arranque y el platito empezó a girar. Pero ahí comenzó a pasar algo extraño. Del aparato empezó a sonar la canción de Volver al Futuro. ¿Saben? Tan tan tan taratantan tan tan. Preocupado lo abrí y de ahí salió Alberto Fernández. Pero este no era cualquier Alberto Fernández. Era el Alberto Fernández de 2025. Salió agitado, transpirado, con medio bigote y me dijo, escuchame pibe, vengo con noticias. Las profecías de los tacheros son ciertas. El país se va a la mierda. Te lo vengo a contar a vos porque en el futuro te pagan millones por escribir tu columna, así que te quiero agarrar ahora antes de que te agrandes y te olvides del barrio. Esto fue lo que me contó. Todo empieza con lo que Cornejo dijo esta semana, eso de que Mendoza debería independizar...