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Mostrando entradas de agosto, 2020

Psicología cliché

  -¿Te das cuenta que sos un chorro? -Pero lo pagás, así que debo ser bueno. Éste es Esteban, mi psicólogo. No tiene problemas de autoestima. Tampoco de plata. Conocí a Esteban por primera vez cuando tenía 18 años. Estaba mambeado y egomaníaco, y él -ya en ese tiempo- cobraba una fortuna. Cuando me desenrosqué lo dejé. Llevaba yendo hace algo así como un año. Salí de ahí desmambeado, pero todavía egomaníaco. ¿Y? ¿Qué te vas a esperar de un pendejo de 18 años que laburaba en La Nación? Tenía tanta humildad como Cristiano Ronaldo. Me sentía como la última Coca-Cola del desierto, o más bien la última Coca-Cola del universo. -Pero, ¿qué tiene que ver esto con Esteban? -Nada, pero esta es mi columna. Después de dejar a Esteban no pisé un psicólogo por años. Me manejé solo. Usé a mis amigos y si algo me pesaba mucho lo escribía. Eso que escribía solían ser diálogos conmigo mismo. Hablaba con una versión que sabía un poco más y que se enojaba un poco menos. Mantuve eso por un tiempo, hast...

Whisky

  Esto que vas a leer es afanado. Le pasó a una mina con la que solía laburar.   Cuestión, era el funeral de su papá. Como ella viene de una familia bastante bien acomodada, lo iban a enterrar en el Cementerio de la Recoleta.   Ahora están en la procesión llevando al padre en el cajón y van pasando por las tumbas de Eva Perón, Sarmiento y básicamente todos los que que fueron alguien o que tuvieron mucha guita.   Ella va al frente, con la familia más cercana, su novio, y detrás el resto, esos que no son tan cercanos para llorar ni tan lejanos como para no asistir.   Finalmente, llegan al sepulcro. El lugar donde el padre de esta mina va a quedar reposando y descomponiéndose por cientos de años. Ella está dolida. Dolida de verdad. A ver, era su padre y es lógico que se sienta así. Llora y de a momentos siente que se le cae el cuerpo. Yo creo que si fuera mi viejo no sabría cómo reaccionar. Creo que estaría ahí, en silencio, y que recién al año de su muerte empezar...

Alan Prous y su última carrera

Alan murió el sábado antes de que yo comenzara quinto año. Ya no vivíamos en el mismo país, no hablábamos hacía años, y -siendo honesto- al final de nuestra relación no nos agradábamos mucho el uno al otro, pero aún así me angustió. Lo había conocido 7 años antes en Paraguay. Íbamos al mismo grado. Él tenía 11 y yo 9. Esos dos años de diferencia eran porque Alan, como tantos chicos, iba más lento por la vida. Al final, se fue de ella igual de rápido. Alan murió un 29 de febrero. Una fecha que se repite sólo cada 4 años y que fue diseñada para equilibrar el calendario solar, y quizás también para ahorrarle el recuerdo a su madre. Para él, yo era un compañero de colegio. Para mí, él era mi mejor amigo. Pero en esos tiempos esa diferencia no importaba. Yo recién llegaba al país y como tantos hijos de diplomáticos, hice lo que pude con lo que encontré. Mi amigo chocó en la madrugada. Manejaba un Fiat Palio. Se llevó puesto un poste de electricidad, y como si faltara algo, se le cayó el tra...